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8.9.08

Las exigencias del “show”

Fines de los 80´s. La violencia terrorista arrecia, el estado responde con igual terror. A las muchas jornadas por la paz que celebramos en distintos ambientes surge una novedad. Nos comienzan a llamar para conciertos “cristianos” (diferenciándonos siempre, esto es importante) por ser el grupo más antiguo de música cristiana en el Perú.
¡Cómo cambian los tiempos, Venancio! Para nosotros fue toda una novedad a la que tuvimos que acostumbrarnos. Gran Concierto de Música Cristiana. ¡También en nuestra patria se nos pide poner a Jesús en el escenario!. A veces le pegan la etiqueta CATOLICA para que no queden dudas, y a eso no nos acostumbramos porque esas etiquetas son las que nos dividen y a algunos les conviene que estemos separados. Preferimos la unidad, como dice un amigo cantor: “para qué preocuparnos de los nombres si tenemos el mismo apellido”.

No es fácil cantar con el corazón, la mente y las tripas para satisfacer las demandas del público. Trasmites la experiencia de vida que tienes, que viven las diferentes comunidades y que con los ojos de la fe podemos dar testimonio del paso de Dios en esos hechos, pero en los conciertos eres examinado por tu solvencia artística y si tienes coherencia teológica tendrás un plus adicional.

El público tiene sus propias demandas: los jóvenes quieren música movida, quieren fiesta, otros, los organizadores, esperan una prédica que convierta a los infieles (que la música haga lo que no pueden conseguir, que los chicos y las chicas se queden), algunos y algunas quieren sentirse tocados, otros miden el show en cuántas lágrimas se derramaron, en cuántos mea culpas se hicieron. No es fácil estar en el escenario, “deben mantenerse vigentes”, y la vigencia pasa por hacer los shows más parecidos a los que ofrecen otros artistas que no hacen música de fe.

Cada vez hay mayor exigencia porque el show sea eso, un buen show, y no siempre es fácil mantener el equilibrio. Nosotros somos temerosos de falsear la imagen de Jesús. Siempre imaginamos que Él no debe estar muy cómodo en los escenarios; seguramente preferirá estar entre la gente, al fondo, o quizás no pudo pagar la entrada y se contenta con escuchar la música desde la calle. Somos conscientes que la música es especial para provocarnos emociones, pero estas son efímeras y la fe no es una emoción. Si el espectáculo no está vinculado con la vida de la comunidad, con tu realidad, y se centra sólo en el efecto que produjeron los artistas, el riesgo de la efectividad de nuestro trabajo será mayor, solamente creerán cuando escuchen nuestras canciones. Feo, ¿no?. ¿Será por eso que ahora el pedido frecuente es cómo hacer que los chicos y las chicas se comprometan?. ¿Y eso nos dice algo como músicos, sobre nuestro trabajo?

7. Las épocas de violencia

Los viajes

Como grupo con nombre propio, ya lo dijimos, nacimos viajando. Primero Cajamarca, luego Arequipa, talleres y conciertos. No es fácil llevar a todo un grupo, los costos de pasajes, equipo de sonido especial para un grupo grande, hospedaje, viáticos y ¡encima el bolo!. Aunque no haya tarifa, aunque la exigencia siga siendo solamente el transporte y lo demás voluntario cuando hay, es difícil en un país pobre y, más todavía, entre los pobres de este país pobre. Pero eso nunca fue un impedimento para llegar a los rincones escondidos de la patria: 22 horas de viaje en bus por carreteras desarmadas, 2 horas de concierto, otra para la comida y otras 22 para regresar y estar puntuales en el trabajo como corresponde al día lunes.

A la selva llegamos poco -¡no hay carreteras!-, sólo hay que ir por avión y eso cuesta un montón para llevar a todo el grupo. Sin embargo, hemos llegado con nuestras canciones para acompañar a la población a lugares de los que sólo Dios tiene memoria. Lo lindo de todo esto es que casi siempre nos sentíamos en casa; es impresionante el cariño de nuestro pueblo. La gente sencilla se desvive por hacerte sentir bien, te ofrecen hasta lo que no tienen, matan las gallinas de las fiestas para ofrecerlas a “estos jóvenes que tan lindo cantan y nos hacen vivir”. Éramos jóvenes por entonces.
El Perú, casi en su totalidad lo hemos recorrido en todos estos años. Experiencias únicas, de encuentro, de cercanía, de fe. En Agosto del 2006 viajamos a Otoca, un pueblito de las alturas de Nazca. Después de algún tiempo volvíamos a los viajes por caminos inimaginables. Es que en estos tiempos modernos están asfaltando las carreteras, pero sólo para los lugares que tienen algo que ofrecer al mercado, los lugares que no producen para vender no cuentan en los planes de los gobiernos. Sin embargo, el encuentro con jóvenes de la región fue de lo más lindo. Nunca dejamos de impresionarnos por la fuerza de nuestra gente para vivir con alegría y fe aún en las condiciones más duras y más aún por las personas, religiosas mexicanas en este caso, que venidas de lejos comparten su vida y su suerte con estos pueblos alejados. Lo menos que podemos hacer es apoyar su trabajo humildemente con nuestras canciones. Ahí solemos contagiarnos de esperanza contra la desesperanza, de alegría contra el tedio y la abulia del sistema liberal monocorde que impera en nuestro mundo.
Fuera de la patria
Pero también hemos tenido de los otros: viajes cómodos, avión, hoteles, grupos grandes, en conciertos igualmente grandes y lindos como los otros. Recordamos el de Sao Paulo, como invitados del P. Zezinho en sus 35 años de vida artística. Más de 40,000 paulistas reunidos para vivir esta experiencia de fe. Ah los brasileños y brasileñas, todo lo hacen “o mais grande do mundo”.
Antes de aquello, recibimos una invitación para salir del país: El Salvador. La invitación nos la hace un pastor luterano que conoció nuestras canciones y que piensa que nuestra presencia puede ser buena para las comunidades cristianas que viven entre la guerra del FMLN y la virulencia del gobierno de turno. Debemos viajar en Marzo pero faltando 15 días se suspende el viaje. Las fuerzas del gobierno habían matado al P. Ignacio Ellacuría, a otros 5 sacerdotes y dos señoras en la UCA y amplían la represión a todo lo religioso de manera indiscriminada. El amigo que nos invitaba recibe una infidencia: figura en la lista de los buscados en ese día, debe salir clandestinamente a su país, los EUA. Años atrás, habían matado a Mons. Romero mientras celebraba la misa e íbamos a participar en la eucaristía por su aniversario. Nuestra pena es doble, no poder vivir con el pueblo guanaco esas horas difíciles y la pérdida de San Romero de América por todo lo que significa para nuestra patria latinoamericana.
1991. Se acercan los 500 años de la invasión, encuentro, descubrimiento, colonización, expoliación, saqueo, y las muchas otras maneras como se le llamó y significó la llegada de los europeos a nuestro continente. Recibimos una invitación especial: una iglesia reformada suiza nos invita para cantar con ellos al Dios de la Vida. Siempre hemos estado abiertos y participado conjuntamente con hermanos y hermanas de otras iglesias, pero esta vez iban más lejos; nos querían en sus tierras, en sus comunidades para trasmitir la vida de fe del pueblo católico peruano en el que vivíamos. Nunca antes alguien de nuestra iglesia nos había invitado para ir a Europa. Pero esto no era lo más complejo, lo complejo era que debíamos cantar en los conciertos al Dios de la Vida. Nuestras canciones las cantábamos con todo el pueblo en sus momentos de oración, ahora se trataba de poner en el escenario al mismísimo Dios.
Aceptamos el desafío y comenzamos el viaje. Tres meses cantando en tierras europeas, en comunidades cristianas, universidades, centros culturales, municipios, colegios, cooperativas, sindicatos, parroquias y en donde a los organizadores se les ocurre que nuestro canto puede ser útil. El idioma deja de ser barrera cuando se comparten intereses.
Recordamos, entre otras experiencias en los viajes, nuestra participación en la fiesta de la Iglesia Luterana en Falun, Suecia, en el Kirchentag realizado en Leipzig, Alemania, el Multifestival David en Barcelona, España, en los eventos eclesiales de tantas comunidades cristianas de fuera del país porque han significado mucho en la vida del grupo. 
Conocer a tanta gente dispuesta a creer que otro mundo es posible y que empeña la vida de mil maneras en ese intento es enternecedor, nos arropa de solidaridad y nos da más ganas de seguir trabajando en nuestra tierra con la misma mirada, ¿verdad Gertrud? (ella es nuestra representante en Europa). Ellos y ellas en su tierra y nosotros en la nuestra empujando el mundo en la misma dirección. Las cosas se tienen que cambiar en ambas orillas del gran charco, en uno sólo no funciona.
Contradicciones de la vida, hemos conocido a tanta gente con ganas de venir a Perú, a Latinoamérica “para vivir la fe de la manera que la viven ustedes, con toda su espiritualidad, la nuestra está algo vieja”, y conocemos a tantos amigos y amigas peruanas que quieren irse para aquellas tierras, “porque aquí ya no se puede”, nos hemos sorprendido por la extrañeza de amigos nuestros que no se explicaban por qué habíamos vuelto al país “¡después de haber estado en Europa!”. 
Así es la cosa y así hemos viajado por casi toda Europa varias veces, queriendo unir pueblos, iniciativas, proyectos. Después de alguno de los conciertos hubo quienes decidieron viajar a Perú para cooperar con los pobres de esta tierra, o se iniciaron acciones diversas de apoyo y solidaridad con nuestro pueblo. Participamos con migrantes, compatriotas de la patria grande que huyendo del hambre y la violencia fueron a parar a tierras europeas y que pueden celebrar “a nuestra manera latina” su fe, después de tiempo.

“Traidores a la patria”

Ese fue el caso de “Buenas Nuevas pa` mi pueblo”. La canción nació en el fragor de los últimos años de los 70´s, con todo el pueblo y sus organizaciones trabajando por un proyecto que tuviera en cuenta a los y las pobres de la tierra, como era la voluntad y preferencia de Dios. Gilmer la había hecho leyendo a los profetas.
Las comunidades religiosas son el mejor medio para difundir las canciones. Algunas hermanitas y hermanitos suelen ser cambiados de sus comunidades de trabajo, en muchos casos, como tarjetas de navidad, cada año, van de un lugar a otro, y están en tantos lugares y países como sea el tamaño y antigüedad de la congregación. Así, religiosas amigas se llevaron el casetito con la bendita canción a Chile. En el Chile de esos años, Pinochet es la máxima autoridad sin dudas ni murmuraciones. A sangre y fuego mantiene a la población callada en sus reclamos y protestas. De pronto, algunas comunidades cristianas comienzan a cantar en sus celebraciones “Caerán los que oprimían la esperanza de mi pueblo…” (primer verso de “Buenas Nuevas…”.

Los chicos y las chicas hacen suyo el canto porque representa sus propias convicciones. Del templo a la calle, se juntan en las esquinas para cantarla a voz en cuello. Alterar el orden público tiene sanción severa, peor aún, está prohibido reunirse, por ello en cuanto comienzan las primeras notas de la canción en seguida son perseguidos por los carabineros. El grupito sale disparado en distintas direcciones a reunirse en los siguientes lugares acordados previamente para reiniciar con el canto.

Muchas esquinas, muchos jóvenes, muchos días, semanas cantando “Caerán los que oprimían…” hasta que el gobierno decide actuar con firmeza y decisión. Declara traidor a la patria al autor de la canción. Así pretende intimidar para evitar que se sigan haciendo canciones “de protesta” y de paso aplicar la pena máxima, la muerte, al autor de tamaña ofensa al régimen. Es claro que de nada sirvió; por el contrario fue una propaganda buena que hizo todavía más conocida la canción.La ministra de educación de ese entonces, promotora de esa disposición, iba a misa todos los domingos pero la misa no iba con ella.

Hacedores de canciones

Gilmer había compuesto “Antes de formarte te conocía” en 1974 para la ordenación de un amigo dominico. Después, la canción decidió tomarse una siesta antes de iniciar su larga marcha.
Luego de unos años, hay ocasión de cantarla en una actividad por el Día del Trabajador. Una celebración con obreros y obreras y trabajadores y trabajadoras de las comunidades cristianas de San Juan de Lurigancho y “Antes de formarte…” es parte de la celebración. Al final los participantes preguntan por la canción, que de dónde salió, en qué casete está grabada.
Sin mucho calcular, estamos metidos en la cabina de una radio amiga, en torno al único micrófono grabando el casete para Las Paulinas. En poco tiempo el casetito da la vuelta por la América morena y por donde le da la gana y la canción toma el nombre que todos y todas le dan: El profeta. Muchos años después, en un pueblito alemán cerca de Berlín,, con el muro caído, emocionados escucharíamos la versión rusa cantada por una comunidad cristiana.
Pero el hecho creativo deja de ser el momento mágico de búsqueda de musas inspiradoras que nos pintan las historias. Para el Grupo Siembra muchas de las canciones tienen fecha y hora de nacimiento programadas por previsores agentes pastorales. 
- “Vamos a celebrar el aniversario de tal comunidad, ¿no podríamos cantar algo nuevo al Dios que nos regala la vida? Hay mucha muerte y necesitamos creer en la vida. Ah, eso es el sábado a las 3 p.m. Si la tenemos el jueves es mejor para poder ensayarla”. 
No reclame, de nada servirá protestar, el jueves tendrá que presentar la nueva canción con todo lo que la comunidad quiere expresar en ese momento. “Para eso ustedes son el grupo de la comunidad”.


Y así fue. Así fueron naciendo las canciones, intentando responder a cada tiempo, a cada urgencia, con el imperativo de anunciar al Dios de la Vida en la situación de muerte permanente y adelantada que vivimos los pobres en el Perú.

Las canciones se fueron difundiendo por “radio bemba”, es decir boca a boca. No era el tiempo de los autores, de las grabaciones sofisticadas; cada canción se defendía sola sin importar quién la había hecho. Era el servicio que prestaba, aquello que la canción decía y que era apropiado por cada comunidad que terminaba haciéndola suya, y con todo derecho.

Cuando en 1991 Gilmer pide licencia por razones muy especiales, el reto se hace doble: por un lado, la voz principal del grupo faltaba y por otro, lo más grave, el compositor ponía su pluma en reposo. Pero, eso es lo lindo de estar en grupo; las exigencias de la comunidad son las mismas y el grupo debe seguir prestando su servicio. No hay tiempo que perder, entonces Eduardo despertará la vena creativa y comenzará a hacer canciones de fe (antes sólo hacía canciones sociales), después Ynés, y finalmente Jaime y Kike (que se integran en el 95 y 98 respectivamente) responderán a los retos de la comunidad.

4. “Traidores a la patria”

Comienza el trabajo

Sin anestesia, respondemos a las demandas de los amigos y amigas que creen en nuestras ganas de trabajar con la música. Somos lanzados para trabajar talleres en Cajamarca, Chimbote, Arequipa, Lima. Maestros, maestras, agentes pastorales, sacerdotes y religiosas son los participantes. Esperan del grupo metodologías, herramientas para hacer más efectivo su trabajo. Deben soportar nuestros pininos pedagógicos.
Y nosotros debemos acostumbrarnos a vivir fuera de casa, a salir de ella para trabajar por Dios, por la patria, con la gente pobre. Aprendemos más que lo que enseñamos, recibimos más que lo que damos, somos acogidos, esperados, pero también urgidos a dar respuestas, a estar siempre proponiendo nuevas canciones para los momentos que vive la comunidad.
Y siempre llenos de música y de canto. Conciertos y presentaciones entre nuestra gente. Pegados en la mayoría de la veces, cachete con cachete en torno al único micrófono (robado a algún teléfono público) sostenido por un ayudante de mano estirada.
Implementamos Talleres de Canto, de Liturgia, de Comunicación, de formas musicales nacionales, de ritmos, de Celebración, que luego son replicados. Participan de jóvenes para arriba, vienen de todas las parroquias, de diferentes estratos sociales, de diversas prácticas eclesiales. Los talleres son para todas las personas, ninguna se debe sentir marginada. 
Claro que tenemos temores. A uno de los talleres viene un grupo de una parroquia del Opus Dei. Confiamos en que si Dios anda de por medio pasará lo que Él quiera que pase. Y pasó, en la evaluación final del taller nos confiesan que están “confundidos” por la experiencia vivida. Meses después nos enteramos que ponían en escena la Cantata “La Sangre de Los Mártires” con la que habíamos concluido el taller.

Cuando el pueblo pobre te toca el corazón

Es terrible acostumbrarse al paisaje del hambre, peor aún, pensar que esa es la voluntad de Dios. A eso no llegamos a acostumbrarnos nunca. Algunos piensan que pensar en ello, (redundancias aparte, “¡se va la segundita!”) es política, y política es muy mala palabra, sobre todo si tiene que ver con pobres. Si es que no hay pobres de por medio, ¡hasta la política puede ser buena!.
En cierta ocasión, llegó al barrio, a Caja de Agua, la televisión española para hacer un especial. Estaba en pleno debate el asunto de la Teología de la Liberación puesta en cuestión por un sector de la Iglesia. Preguntaron a una señora sobre qué pensaba del debate en torno a la teología de la liberación que se había iniciado desde Roma. La vecina, muy sincera, le contestaba que “si podía repetir la pregunta porque de eso no había escuchado nada”. Acucioso el periodista le repreguntó sorprendido, pues se había informado que ésta era una parroquia que vivía fuertemente ésta teología. La vecina terminó por explicarle que “de aquello no podía darle razón, joven”. Lo que ella sí podía decir sobre Dios y sus cosas era que ”Dios me acompaña cada día cuando voy con mi carreta a vender frutas por las calles y que siento que se preocupa por mi, fíjese Ud.”, y le comenzó a tararear: “Va Dios mismo en nuestro mismo caminar…”
1985. Febrero. Tiempo de elecciones presidenciales en Perú. Tiempo de visita de Juan Pablo II al Perú. Un candidato, muy astuto él, llena el Perú con paneles con su fotografía extendiendo las manos tal como Juan Pablo. Más tarde será elegido presidente y no le pagará nada al Papa por usar su pose en la campaña. Pero ese es otro asunto.
Juan Pablo tiene programada una visita para encontrarse con la gente de las zonas marginales de Lima. En el Perú se inventa un eufemismo para maquillar a los barrios marginales donde han llegado migrantes de todo el país, se les dice “pueblos jóvenes”. En los arenales invadidos años antes, un millón de pobres esperan desde las 2 de la mañana al Papa peregrino. 
A nosotros nos toca acompañar tamaña celebración, estamos ubicados al costado, en un estrado tan alto desde donde se ve el mar de gente que ha ido a encontrarse con su pastor. Todo transcurre sin novedad de acuerdo a lo programado, pero para el Papa no. Mira a la derecha, a la izquierda, no puede creer del gentío que ve, y menos todavía, creer que en esos arenales pueda vivir la vida.
Llega el momento de la homilía y comienza la lectura de aquello que viene preparado desde Roma. Pero el Papa está turbado con lo que está viviendo. El evangelio del día es la multiplicación de los panes. En medio de su alocución ya no aguanta más y cuando está leyendo sobre el hambre de Dios, se salta de lo escrito y comienza a improvisar: “¡Hambre de Dios sí, hambre de pan no! Entonces se debe hacer todo para preparar, para llevar este pan de cada día a los hambrientos de pan, ésta es una necesidad de la sociedad peruana; por el bien del Perú no puede faltar el pan de cada día a los pueblos jóvenes. Se debe hacer todo para que no falte este pan de cada día porque es un derecho, derecho expresado con nuestra oración cuando rogamos Padre Nuestro, el Pan de cada día dánosle hoy. Sea ésta mi última palabra para la misión de la Iglesia y para el bien de vuestra patria.”
A pesar de ese mandato, desde entonces ha crecido el número de hambrientos de pan en el Perú.Es imposible ser indiferente a una realidad que golpea el corazón mismo de Dios. Aunque estés de paso. Anunciar la buena noticia tiene nombre, apellido, chapa, rostro y calle conocidas. 
Nosotros nacimos en esta parte de la Iglesia que quiere tomarse en serio aquello de que “He venido para que tengan vida y vida en abundancia”.

La cosa comenzó en Caja de Agua – San Cristóbal

Década de los 70´s. El Perú vive un gobierno militar, que comenzó siendo de izquierda y fue golpeado y removido por militares de derecha. Un paro nacional convocado por organizaciones populares que fue paro de verdad, total, nacional, 19-07-77 obliga a estos militares a convocar a elecciones para vivir en democracia. A la vuelta de la esquina se respira un proyecto político nuevo. Entre la gente joven se vive y goza de la nueva canción latinoamericana: chilena, argentina, cubana. Los medios le llaman canción “protesta”; quienes las cantamos le llamamos nueva. En comunidades cristianas se vive al calor del documento de Medellín, se practica de una manera nueva la fe: Dios no quiere que los pobres se mueran antes de tiempo, estamos llamados y llamadas a tener la vida en abundancia. En las afueras de Lima, en Caja de Agua, (un barrio pobre, de reubicados, con fama de violentos, de mal vivir), Matías Siebenaller, un sacerdote luxemburgués, se empeña en animar la fe y la solidaridad en su parroquia de San Cristóbal. Su tarea es anunciar el evangelio de la vida para todos y todas. Encuentra, acoge e involucra para sus planes a Gilmer, quien había salido de los dominicos para vivir su opción con la gente pobre. Gilmer encuentra y anima a Javier e Iván, dos chiquillos del barrio, todavía de colegio que tocan bien los vientos y, finalmente, junto con Ynés y Eduardo, los cinco, decidimos ponernos en camino ya que compartimos la fe, la luz, la música, los sueños, la esperanza y el amor por la patria. Es 1977.

Nos juntamos para cantar canciones que nos gustan, música latinoamericana: Víctor Jara, Violeta Parra, César Isella, Sabia Nueva, Silvio, Pablo, entre otros. Somos invitados para diferentes lugares y actividades del barrio. Somos de la parroquia pero nuestras canciones, -que las crea Gilmer-, las cantamos sólo en las celebraciones de la comunidad. En los otros actos el canto es el popular. No tenemos nombre, no es necesario, importan el mensaje, el compromiso, el compartir nuestros sueños y nuestras ganas de materializarlos.

Dios habla por boca de una señora del barrio, negra, sandunguera, con saoco. Nos dice: “ustedes cantan bonito, canten para nosotros!”. Este es el signo, el sello indeleble que nos marca para el futuro desde el vientre de nuestras guitarras.

Dos años cantando juntos, viviendo nuestra fe con la comunidad, anunciando la vida, denunciando la muerte y sus agentes. Cada vez somos más requeridos en diferentes lugares: nos llaman de otros barrios, organizaciones de pobladores, sindicatos, de mujeres, religiosas, de jóvenes, ¡debemos tener un nombre!.

Es el 5 de Marzo del 79. Nos formalizamos, de ahora en adelante nos llamaremos la AGRUPACION CULTURAL DE CANTO POPULAR SIEMBRA. Aunque de eso nadie se entera, para todos y todas seremos, desde entonces, el GRUPO SIEMBRA, simplemente.

2. Comienza el trabajo