8.9.08

Los viajes

Como grupo con nombre propio, ya lo dijimos, nacimos viajando. Primero Cajamarca, luego Arequipa, talleres y conciertos. No es fácil llevar a todo un grupo, los costos de pasajes, equipo de sonido especial para un grupo grande, hospedaje, viáticos y ¡encima el bolo!. Aunque no haya tarifa, aunque la exigencia siga siendo solamente el transporte y lo demás voluntario cuando hay, es difícil en un país pobre y, más todavía, entre los pobres de este país pobre. 
Pero eso nunca fue un impedimento para llegar a los rincones escondidos de la patria: 22 horas de viaje en bus por carreteras desarmadas, 2 horas de concierto, otra para la comida y otras 22 para regresar y estar puntuales en el trabajo como corresponde al día lunes.

A la selva llegamos poco -¡no hay carreteras!-, sólo hay que ir por avión y eso cuesta un montón para llevar a todo el grupo. Sin embargo, hemos llegado con nuestras canciones para acompañar a la población a lugares de los que sólo Dios tiene memoria. 
Lo lindo de todo esto es que casi siempre nos sentíamos en casa; es impresionante el cariño de nuestro pueblo. La gente sencilla se desvive por hacerte sentir bien, te ofrecen hasta lo que no tienen, matan las gallinas de las fiestas para ofrecerlas a “estos jóvenes que tan lindo cantan y nos hacen vivir”. Éramos jóvenes por entonces.
El Perú, casi en su totalidad lo hemos recorrido en todos estos años. Experiencias únicas, de encuentro, de cercanía, de fe. En Agosto del 2006 viajamos a Otoca, un pueblito de las alturas de Nazca. Después de algún tiempo volvíamos a los viajes por caminos inimaginables. Es que en estos tiempos modernos están asfaltando las carreteras, pero sólo para los lugares que tienen algo que ofrecer al mercado, los lugares que no producen para vender no cuentan en los planes de los gobiernos. 
Sin embargo, el encuentro con jóvenes de la región fue de lo más lindo. Nunca dejamos de impresionarnos por la fuerza de nuestra gente para vivir con alegría y fe aún en las condiciones más duras y más aún por las personas, religiosas mexicanas en este caso, que venidas de lejos comparten su vida y su suerte con estos pueblos alejados. Lo menos que podemos hacer es apoyar su trabajo humildemente con nuestras canciones. 
Ahí solemos contagiarnos de esperanza contra la desesperanza, de alegría contra el tedio y la abulia del sistema liberal monocorde que impera en nuestro mundo.
Fuera de la patria
Pero también hemos tenido de los otros: viajes cómodos, avión, hoteles, grupos grandes, en conciertos igualmente grandes y lindos como los otros. Recordamos el de Sao Paulo, como invitados del P. Zezinho en sus 35 años de vida artística. Más de 40,000 paulistas reunidos para vivir esta experiencia de fe. Ah los brasileños y brasileñas, todo lo hacen “o mais grande do mundo”.
Antes de aquello, recibimos una invitación para salir del país: El Salvador. La invitación nos la hace un pastor luterano que conoció nuestras canciones y que piensa que nuestra presencia puede ser buena para las comunidades cristianas que viven entre la guerra del FMLN y la virulencia del gobierno de turno. Debemos viajar en Marzo pero faltando 15 días se suspende el viaje. Las fuerzas del gobierno habían matado al P. Ignacio Ellacuría, a otros 5 sacerdotes y dos señoras en la UCA y amplían la represión a todo lo religioso de manera indiscriminada. El amigo que nos invitaba recibe una infidencia: figura en la lista de los buscados en ese día, debe salir clandestinamente a su país, los EUA. 
Años atrás, habían matado a Mons. Romero mientras celebraba la misa e íbamos a participar en la eucaristía por su aniversario. Nuestra pena es doble, no poder vivir con el pueblo guanaco esas horas difíciles y la pérdida de San Romero de América por todo lo que significa para nuestra patria latinoamericana.
1991. Se acercan los 500 años de la invasión, encuentro, descubrimiento, colonización, expoliación, saqueo, y las muchas otras maneras como se le llamó y significó la llegada de los europeos a nuestro continente. Recibimos una invitación especial: una iglesia reformada suiza nos invita para cantar con ellos al Dios de la Vida. 
Siempre hemos estado abiertos y participado conjuntamente con hermanos y hermanas de otras iglesias, pero esta vez iban más lejos; nos querían en sus tierras, en sus comunidades para trasmitir la vida de fe del pueblo católico peruano en el que vivíamos. Nunca antes alguien de nuestra iglesia nos había invitado para ir a Europa. Pero esto no era lo más complejo, lo complejo era que debíamos cantar en los conciertos al Dios de la Vida. Nuestras canciones las cantábamos con todo el pueblo en sus momentos de oración, ahora se trataba de poner en el escenario al mismísimo Dios.
Aceptamos el desafío y comenzamos el viaje. Tres meses cantando en tierras europeas, en comunidades cristianas, universidades, centros culturales, municipios, colegios, cooperativas, sindicatos, parroquias y en donde a los organizadores se les ocurre que nuestro canto puede ser útil. El idioma deja de ser barrera cuando se comparten intereses.
Recordamos, entre otras experiencias en los viajes, nuestra participación en la fiesta de la Iglesia Luterana en Falun, Suecia, en el Kirchentag realizado en Leipzig, Alemania, el Multifestival David en Barcelona, España, en los eventos eclesiales de tantas comunidades cristianas de fuera del país porque han significado mucho en la vida del grupo. 
Conocer a tanta gente dispuesta a creer que otro mundo es posible y que empeña la vida de mil maneras en ese intento es enternecedor, nos arropa de solidaridad y nos da más ganas de seguir trabajando en nuestra tierra con la misma mirada, ¿verdad Gertrud? (ella es nuestra representante en Europa). Ellos y ellas en su tierra y nosotros en la nuestra empujando el mundo en la misma dirección. Las cosas se tienen que cambiar en ambas orillas del gran charco, en uno sólo no funciona.
Contradicciones de la vida, hemos conocido a tanta gente con ganas de venir a Perú, a Latinoamérica “para vivir la fe de la manera que la viven ustedes, con toda su espiritualidad, la nuestra está algo vieja”, y conocemos a tantos amigos y amigas peruanas que quieren irse para aquellas tierras, “porque aquí ya no se puede”, nos hemos sorprendido de la extrañeza de amigos nuestros que no se explicaban por qué habíamos vuelto al país “¡después de haber estado en Europa!”. 
Así es la cosa y así hemos viajado por casi toda Europa varias veces, queriendo unir pueblos, iniciativas, proyectos. Después de alguno de los conciertos hubo quienes decidieron viajar a Perú para cooperar con los pobres de esta tierra, o se iniciaron acciones diversas de apoyo y solidaridad con nuestro pueblo. Participamos con migrantes, compatriotas de la patria grande que huyendo del hambre y la violencia fueron a parar a tierras europeas y que pueden celebrar “a nuestra manera latina” su fe, después de tiempo.