11.10.08

El trabajo de ayer, hoy y siempre

¡Qué no hemos hecho! Lo nuestro ha sido caminar con nuestro pueblo, con las comunidades, acompañando y viviendo los anhelos por lograr construir en esta tierra nuestra los cimientos del Reino que el Señor tiene prometido para su pueblo. ¡Que rico es sentirse acompañado, haciendo camino conjunto!
Eso se ha traducido en:

El trabajo musical
Haciendo canciones, grabando, cantando en y con pueblos y comunidades que nos piden acompañarles, participar con ellos, en conciertos, celebraciones, jornadas, retiros, campañas de solidaridad diversas, de ayuno, de oración, creando canciones para momentos diversos de nuestra iglesia, para comunidades religiosas que nos pidieron hacerles sus canciones.
Pero también hay que decir del apoyo a chicos y chicas nuevas que se inician en el canto, que piden consejo, que piden apoyo.

- “No me interesa el dinero, yo quiero servir a mi iglesia”
- ¿y en qué comunidad estás?,
- “a veces voy a mi parroquia…”,
- Upss

y como esas, otras,
- “No importa que no me paguen, lo que yo quiero es cantar”
- ¿y por qué no lo haces?
- “es que nadie me invita, soy nuevo”

Difícil para el músico que no encuentre donde cantar; se le seca la garganta, la inspiración, hasta Dios, porque deja el canto, deja sus ganas, deja la fe. Hemos visto tantos casos.
Como solidaridad con compañeros de chamba, les hemos invitado a que participen en los conciertos que teníamos que hacer para que puedan cantar al inicio -previa consulta con los organizadores-. Así que hemos tenido “teloneros” que nos han acompañado hasta que les duraron las ganas.
Con otros chicos y chicas, apoyándoles en sus canciones, experiencias de grupos y solistas que se han visto motivados por nuestro trabajo y/o que como resultado del trabajo de los talleres han decidido seguir el camino del canto, muchos otros han descubierto en la canción la herramienta eficaz para su trabajo pastoral


Los talleres de canto y celebración.
Ya lo dijimos, nacimos como grupo haciendo talleres y hasta ahora seguimos. Nuestra tarea es educativa y el canto es una hermosa herramienta para llegar más fácilmente.
Los talleres de Canto y Celebración ya son célebres (redundancias aparte ¡se va la tercerita!), en las pastorales juveniles. Grupos y grupos de gente interesada en cantar bien y prestar un mejor servicio a sus comunidades, entregados en cuerpo, alma y garganta a cantar como Dios manda. En uno de esos talleres conocimos a Jaime y, a través de él, luego conocimos a Kike que son parte de la historia reciente de Siembra.
En otra ocación, en otro taller, un joven, animado al máximo por todo lo que estaba viviendo nos enseñó una canción “que tienen que cantarla porque es como para ustedes, demasiado!”, y así escuchamos la versión cajamarquina de El profeta. Es que los talleres son espacios donde cada quien trae lo que sabe y como lo sabe, lo comparte, lo intercambia, hace suyas las experiencias de los otros.
De tanto estar haciendo talleres, decidimos hacer un módulo de trabajo para que cada quién lo pueda replicar en su propio lugar. Viene con su CD, así que no se puede quejar, joven.
Hemos querido, y todavía no hemos muerto en el intento, promover la formación de una Escuela de Música, Canto y Celebración con el ánimo de aportar en la formación de los responsables de la música de las comunidades cristianas con una formación sistemática y rigurosa que aliente la creación de canciones celebrativas con formas nacionales para el culto y la liturgia. No es fácil, pero ¡ahí le vamos Lucho!.


La vida en comunidad
Esto es lo más importante de nuestra vida: haber crecido y vivido en comunidad. ¡Cuánto tiene que ver el P. Matías en nuestra vida, sobre el sentido de lo que hacemos, sobre nuestra fe vivida plenamente con una comunidad!.
En nuestros inicios asumimos la responsabilidad del Área de Cultura de la Biblioteca de la parroquia; ahí organizamos un centro cultural de actividad artística.  Los grupos de Canto Popular Latinoamericano más conocidos y famosos de Lima pasaron por ahí, y antes que comenzara la “movida cristiana”, los grupos y cantores de fe tuvieron su debut soñado en la biblioteca del barrio. Hasta fue considerada como una de las sedes del Encuentro Latinoamericano de Arte. Esto era importante para un barrio golpeado por la mala fama. La biblioteca de la parroquia de Caja de Agua se convirtió en un espacio cultural para toda la gente.
La mitad de la vida del grupo la vivimos en Caja de Agua. Aunque algunos no éramos de la zona, ese era nuestro centro de vida espiritual. Después salimos y cada uno comenzó a vivir en su propia comunidad cristiana el necesario acompañamiento. No es posible vivir la fe en soledad; no funciona, al final crees solamente en ti, luego en ti y finalmente en ti. ¡Y luego quieres que te inviten a hacer conciertos! Si nadie te conoce porque no conoces a nadie ¡cómo quieres tener actividades!.
La comunidad cristiana te educa, moldea tu fe, te ayuda a encontrarte y a encontrar a Dios, te da la posibilidad que realices tu vida como ser humano pleno al servicio de tu prójimo, de tu próximo. “Creemos en un solo Dios, no en un Dios solo” nos dice el P. Simón, y nosotros damos testimonio de ello. Dios se encuentra feliz donde hay dos o más reunidos en su nombre. Hay que salir al encuentro de Dios en las calles, en la gente de tu pueblo.