4.8.15

ECOS CALIENTES DE UNA JORNADA ESPECIAL


- Nunca me sentí tan libre frente a Dios, como hoy. 
Nos decía una joven el sábado por la tarde. Tenía en sus ojos un brillo lindo, se le notaba feliz.
Esa mañana habíamos comenzado una Jornada Bíblica Juvenil, donde se habían congregado más de 70 jóvenes, entre escolares, de universidades, de grupos parroquiales, de comunidades religiosas, de barrio. De Lima y de otras provincias.

La jornada estaba preparada para el sábado y el domingo, de 9 a 7 pm.  ¿Vendrán?  Era la pregunta que nos hacíamos inicialmente. Y luego, y si vienen, ¿se quedarán hasta el final?
Nadie regala así porque sí su fin de semana, menos en un feriado largo como el de fiestas patrias, menos después de clases en el colegio o la universidad.  

Pero ahí estaban.  Contradiciendo nuestros temores.

En el mes de enero, luego de acompañar una de sus actividades, el Equipo de Lectura Pastoral de la Biblia (LEPABIPE) nos había propuesto, si queríamos sumarnos a acompañar una jornada especial para jóvenes.  Y estos proyectos, claro que nos emocionan, sólo nos tienen que decir fecha y hora. Somos cómplices de primera hora.
- ¿Y puedo traer un amigo mañana? Es que está bacán, le va a gustar. 
Nos decía otro. El sábado había sido extenuante pero divertido, lindo, intenso. 
La dinámica propuesta era de libertad plena para encontrarse con Jesús, acercarse a El, conocerlo, saborearlo, mirarse en su rostro, mirarse en el propio, mirar... con mirada limpia de máscaras y sombras. ¡Y estaba ocurriendo!.
Juan Bosco, el P. José Mizzoti, animadores del LEPABIPE habían preparado amorosamente la dinámica del taller, le agregamos nuestros condimentos y el menú quedó listo, sabroso.  Rico para cantar, bailar, gozar, discutir, reflexionar, meditar, maquinar.
Y fueron surgiendo preguntas, y fueron apareciendo atisbos de respuestas, y fueron creándose cercanías, y encuentros cara a cara, con el joven mayor, de treintipico años, con Jesús, el moreno de Nazareth que quería comunicar, también, algo a las inquietudes que iban presentando los y las participantes.

Y conocer a otras jóvenes, a otros jóvenes de la biblia, y cómo reconocerse en ellas y ellos, y descubrir que Dios era más, mucho más joven que algunos/as de quienes estábamos ahí, para no pensar en otros rostros conocidos que rondan por las iglesias. 

Salir a las calles y confrontar sus hallazgos con lo que la gente piensa y quiere de los jóvenes del país cerraba el vínculo del Dios metido y habitando en su pueblo, hablando por la boca de las mujeres y los hombres de hoy, reclamando el protagonismo juvenil y la construcción de mejores condiciones para todos y todas.  


Y así dio gusto celebrar, celebrarle a El, y salir con ganas a mirar el país y la vida con miradas limpias.

- Sería lindo que hubiera uno cada semana.
Terminaba ilusionada una joven cuando, al final, preguntamos si valía la pena estos encuentros y si querían repetir la experiencia.  La unanimidad exigió un nuevo encuentro, otro espacio libre, alegre, de escucha y de desafío.

Tremenda chamba la que nos espera.  Pero a vista de los resultados, cualquiera lo hace con ganas. Vale la pena.