Han pasado unos días que Francisco
visitó nuestra casa. De las muchas cosas que nos dejó hay mucho para ver,
revisar, repensar, estudiar nuestra tarea musical. No lo esperábamos, pero se dio y Francisco la
provocó.
Hay toda una cuestión sobre la música
religiosa. En el ambiente nuestro, de
las comunidades cristianas, y sobre todo, en las comunidades de músicos, hay
largos debates sobre el tema. Tanto en
la forma como en los contenidos. ¿Cuál
es la música apropiada? ¿debe ser siempre de alabanza, de adoración?. Mejor se lo preguntamos a Dios: ¿cuál es la
música que agrada a Dios?. Y ahí hay un montón de gentes que hablan con Dios y
nos trasmiten sus respuestas. La otra pregunta, más filuda es sobre la música que
la Iglesia católica aprueba y propicia.
Aunque siempre la hemos tenido clara, hemos
seguido los largos debates que se han hecho a través de las redes. Atándonos las manos para evitar la tentación
de participar en ellas, hemos leído con atención los argumentos de uno y otro
lado. Impresiona siempre cómo el
argumento final es aquel que habla del mandato de la Iglesia, santa palabra que
no admite discusión ni interpretación ajena a quién la proclama.
Sin embargo, a partir de la visita de
Francisco, se nos remueve el piso.
Veamos.
UNO
Viene Francisco y nos pone en aprietos: “Pidámosle a ella (a María) que nos ponga
bajo su manto y que nos lleve siempre a su Hijo; pero digámoselo cantando con
esa hermosa marinera: «Virgencita de la puerta, échame tu bendición. Virgencita
de la puerta, danos paz y mucho amor». ¿Se animan a cantarla? La cantamos
juntos. ¿Quién empieza a cantar? Vir gencita de la Puerta.. (el coro tampoco).
Entonces se lo decimos si no lo cantamos. Virgencita de la Puerta échame tu
bendición, Virgencita de la Puerta danos paz y mucho amor.”
Y Francisco comienza a responder con su pedido. ¿Acaso no sabes Francisco lo que la Iglesia
dice sobre la música en la liturgia?. ¡Ay! Francisco, parece que no te das
cuenta que eres hombre de Iglesia, ¡el primero!. ¿O será que nos quieres decir,
que justamente por eso, importa Jesús y sus opciones antes que iglesia y
religión?, ¿que lo que importa es aquello que te acerque a Dios?
A ver, algunos puntos a tomar en cuenta:
·
¿Cantarle a María en plena misa
y no al final? Se supone que la
Eucaristía tiene como centro a Jesús, Dios.
En ese sentido es Jesúscéntrica (la palabra no existe, pero no importa, nos
sirve). ¿Te das cuenta, Francisco, que nos estás diciendo que el culto –y cada
elemento- nos debe llevar a Dios, quizá, a pesar de lo que dice la Santa Madre
Iglesia sobre cómo hacerlo?.
·
“cantando con esa hermosa
marinera”. Francisco, ¿nos estás
diciendo que podemos cantar marineras en misa para encontrarnos con Jesús?, y
si son marineras, ¿también huaynitos y cumbias y resbalosas y pandillas y
chimaychis y diabladas y un largo etcétera musical nuestro? ¿Y de cada cultura
nativa, o social, o generacional?. A la
música popular la han despreciado los amantes del gregoriano y sacan la larga
lista de los tratados eclesiales sobre el tema.
Pues Francisco, con su simpleza y su llaneza nos pide que le cantemos a
María, madre, mujer en la eucaristía con ritmos de nuestra tierra.
·
Punto final. Servidores de la música ya tenemos una tarea,
bueno no generalicemos, la tarea por lo menos es para nosotros. ¿Qué canciones,
qué melodías acercan a tu pueblo a Dios?
Tómalas en cuenta.
Y, más o menos en el mismo
punto, como para que no nos quedaran dudas, una mañana Francisco fue despertado
con un albazo. Carlos Mejía Godoy y una excelente representación nicaragüense
–incluida la embajadora de ese país- cantándole canciones de la Misa Campesina
(con una adaptación al quechua del coro del Credo). Francisco no solo agradeció el detalle, sino
que lo felicitó y alentó. Gracias Francisco, no sabes el bien que nos haces a
esta parte de servidores y servidoras de la música. Que la conozcas, que te agrade, que la
alientes, nos da muchas luces.
DOS
Domingo 21, teníamos posibilidades de
acompañar a Francisco en varios de sus eventos, elegimos estar en la
Nunciatura, por la mañana. Muy temprano,
siguiendo las indicaciones lo esperamos frente a la puerta. A las 6:30 en punto, un par de mujeres jóvenes
de lindas voces comenzaron con la animación, para terminar de despertarnos a
los ¿cientos? ¿miles?, -bah, que importa el número- de quienes estábamos
esperando su salida.
Buen equipo de sonido, limpio, claro,
invitación a participar. A moverse
conforme el espíritu subía o bajaba para engrandecernos o empequeñecernos,
etc.
Luego de varios, ¿LES GUSTÓ?, ¡NO SE OYE!. Comenzó
un potpurrí largo, 20, 25, 30 minutos de canciones reflexivas, de búsqueda de
Dios, de encuentro. Y, como no podía ser de otra manera, al final había que
saltar con “Tú eres todo, poderoso, eres grande y majestuoso, eres fuerte, invencible,
y no hay nadie, como Tú uuuú.” Las personas que estaban presentes vivieron
intensamente ese momento, se les veía en sus rostros, se sentía en sus aplausos
generosos y largos la complacencia con el trabajo de las chicas. Habían vivido
un momento demasiado especial.
Bueno, ya se dieron cuenta por donde
andamos. Casi todo el potpurrí era de
canciones de nuestros hermanos separados y terminó con ese himno frenético,
también de ellos. Ya lo sé, esto no era
una liturgia, pero recordé todas las discusiones sobre el uso de estas
canciones para un católico hijo de su iglesia, y también para una católica hija
de su iglesia. Es seguro que no lo sabrían las chicas ni la gente que estaba ahí. Pero si lo hubieran
sabido, ¿habría cambiado algo el momento especial que les hicieron vivir a toda
la gente madrugadora que se congregó ahí?.
Y no era la primera vez, la escuchamos en encuentros
de jóvenes, de religiosos, religiosas, a nivel parroquial, diocesano, esa y
muchas canciones más. Lo habíamos vivido
en Puerto Maldonado cuando un sacerdote joven, -miembro de una congregación que
estima en mucho el personalísimo encuentro salvífico con Jesús- como parte de
la animación incluyó varias canciones de estos nuestros hermanos.
Durante los años que tenemos como grupo, nuestros hermanos, de diferentes
confesiones, han sido generosos con nosotros, nos han pedido acompañarles en
muchos de sus momentos, hemos celebrado con ellos y ellas, nos hemos reconocido
como hijos e hijas de un mismo padre, ellos cantan nuestras canciones porque
les ayudan en sus búsquedas y compromisos.
Pero esa es nuestra experiencia.
De cerca conocemos, cómo, en ocasiones, se
llega a anatemizar el uso de canciones que no sean de la propia iglesia, se trate de católicos o evangélicos. Esta mañana, lo vivido en la avenida
Salaverry iba contra esos principios, ¡en la casa del Papa!
Felizmente las prácticas que tenemos en
nuestros pueblos andan más en consonancia con la búsqueda sincera de Dios que,
regio Él, se nos muestra por donde le da la gana.
TRES
Y, finalmente, UNIDOS POR LA
ESPERANZA. El lema, la intención, el
deseo de la iglesia peruana para el encuentro con su pastor.
¿Cuánto de unidad hubo en lo que a música
se refiere?.
Varios, muchos servidores de la música
hicimos nuestras canciones, algunos las propusimos a nuestras comunidades y
algotros las propusieron a los concursos.
Ahí comenzó la vaina.
Desconcierto, confusión, ¿cuál es el concurso que vale?, ¿el de la CEP,
el de Lima?. No, cada uno tiene su
concurso y definirá su canción. Se
supone que el de la CEP es el oficial nacional, pero, al decidir Lima su propia
canción, los hermanos ganadores del concurso de la CEP, al ser de Lima no
pudieron cantarle al buen Francisco su canción.
¿Será que porque eran de San Juan de Lurigancho y no músicos “reconocidos”
(por no decir famosos del ambiente musical católico)?. Buscar las respuestas serán motivo de otra
nota, otro análisis, otros analistas.
En otro esfuerzo bonito, casi 50 cantores y
cantoras nos unimos para hacer una canción. Recordamos a quién motivó y nos
convocó a hacerlo y ofrecerlo a la CEP para que ella dispusiera qué hacer, era
Abel, ex secretario ejecutivo de la Comisión de Juventud, que puso la idea y
los primeros soles y todo el empuje. La
idea original era que fuera un aporte como himno. Demoramos en hacerla, entretanto vinieron los
concursos, no se presentó a ninguno. Salió
cuando ya había himno. Nos quedamos en
offside. ¿Qué hacer? A promoverla, no
hay otra, que ayude a los fines para los que fue hecha. "Pero ya hay un himno oficial", no importa,
promovámosla, de algo servirá.
En la práctica, varios de nosotros
estuvimos promoviendo nuestras canciones a través de las redes a pesar que ya
había el himno oficial. Es cierto
también que en muchos casos se promovía el himno oficial y exactamente después
la canción propia. En fin. Aquello de
UNIDOS nos faltó precisar: ¿era unidos entre nosotros –nuestra mancha,
colectivo, comunidad, congregación, parroquia, etc-?, ¿unidos como país, como
iglesia?, o ¿unidos con quién?. Bueno lo
de iglesia tampoco funcionaba en lo que a música se refiere ya que había dos
canciones, ¿entonces?….
Y para completar el sancochado, la cadena
más importante de televisión hizo su propia canción, con sus artistas, y claro,
promovió lo suyo. ¿Y el himno
oficial? ¿Se cantó como pueblo en algún
lugar? En Puerto Maldonado, en la
explanada, con el coro recibimos a Francisco con el himno oficial,
pero la gente no la sabía. Y ya sabemos,
la canción puede ser muy bonita, pero si no la canta nuestro pueblo, todo se
puede convertir en un show bonito –en algunos casos- pero sólo eso. Dios quiere a su pueblo unido en una sola
voz. Sospechamos que Francisco también
hubiera querido algo similar, "cantemos todos", como a la Virgencita.
En fin, en lo musical, lo de UNIDOS nos
quedó grande, cada quién revisaremos la parte de responsabilidad que nos
toca.
Por ahora todavía seguimos saboreando la
presencia de Francisco en nuestras tierras, que felizmente nos trajo más
preguntas que respuestas, que quiso proponernos nuevas maneras de ir al encuentro
con Jesús, el de la Buena Noticia.
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